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Pedro Segura: del “hotelazo” al “cuartito con barrotes”

Pedro Segura: del “hotelazo” al “cuartito con barrotes”

Dicen que en política, como en hotelería, lo importante es la ubicación… y Pedro Segura lo entendió muy bien: pasó de recibir huéspedes en su famoso “Vida en el Lago” a recibir visitas en una suite mucho más modesta cortesía del Estado.

El problema es que en este nuevo hospedaje no hay vista al lago, no hay menú gourmet, y las puertas se abren hacia adentro, pero con candado.

El hombre que alguna vez se vendió como benefactor del pueblo, que ofrecía el paraíso en forma de habitaciones con desayuno incluido, ahora es el protagonista de un reality show que ni Televisa se habría atrevido a producir: “Del resort al reclusorio”. Y claro, el guion es de lo más mexicano posible: acusaciones, sospechas, el fantasma de Ayotzinapa rondando su nombre, y una caída tan predecible que hasta el botones del hotel lo veía venir.

Pero Pedro no es cualquier huésped. No. Él es de esos que llega a la cárcel diciendo que todo es un malentendido, que sus enemigos políticos le tendieron una trampa y que pronto volverá a “atender al pueblo” —aunque no especifica si será detrás de un mostrador o detrás de una reja. Y lo más irónico es que, mientras él asegura que todo es persecución, hay familias que siguen buscando respuestas sobre dónde están sus hijos, y ahí es donde la sátira deja de ser graciosa y se convierte en un recordatorio incómodo: en Guerrero, la línea entre el poder, la política y las tragedias humanas es más delgada que la sábana de un hotel barato.

Así que aquí está Pedro Segura, el empresario, el político, el anfitrión… y ahora, el inquilino forzoso. Al final, lo único “seguro” en todo esto es su nuevo alojamiento: no se reserva por Booking, no hay temporada baja, y la salida es sólo con orden judicial.

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